Resumen: La investigación que cambia paradigmas en la neurociencia cognitiva en áreas llamadas cognición corporizada y embebida, así como la investigación igualmente importante sobre lo que se denominan enfoques corporizados y enactivos de la emoción, realizada en universidades en los últimos veinte años, ha modificado mucho nuestra comprensión de la cognición, la emoción, la conducta, cómo están estrechamente relacionadas entre sí en el cerebro y cómo se involucran e interactúan entre sí en el cuerpo. Estos descubrimientos ofrecen perspectivas radicalmente novedosas que cuestionan la eficacia de las formas típicas en que las psicoterapias (incluidas las orientadas al cuerpo) trabajan con estos fenómenos. Asimismo, sugieren nuevos métodos para mejorar notablemente los resultados cognitivos, emocionales y conductuales, así como los físicos, energéticos, relacionales y espirituales en todas las modalidades terapéuticas. Este es el asunto sobre el que versa este breve artículo.
La relación entre cognición y cuerpo
Lo que se incluye en la definición de cognición varía según la tradición investigadora. Cuando se define en sentido amplio, abarca la atención, el enfoque, la percepción, la simbolización, el lenguaje, la categorización, la contextualización, la asociación, la imaginación, la memoria, el recuerdo, la lógica, la inferencia y el significado. Esta es la definición que se emplea en este artículo. De acuerdo con las teorías cada vez más basadas en la evidencia de los enfoques corporizados y embebidos de la cognición (Colombetti, 2014) y la filosofía corporizada de la mente (Johnson, 2017), todos estos aspectos de la cognición atañen no solo al cerebro, sino también a todo el cuerpo a medida que interactúa con (el cuerpo de) su entorno.
Diversos experimentos han establecido que, tanto el aprendizaje de fenómenos simples como el reconocimiento de letras en jardines de infancia, como el aprendizaje de fenómenos complejos como la ley física de la inercia en la universidad, mejora notablemente cuando el cuerpo y el entorno participan más en el proceso de aprendizaje (Beilock, 2017). Por lo tanto, cualquier aspecto de la cognición que empiece por la atención no puede entenderse estudiando el cerebro únicamente. Trabajar con el cuerpo en relación con su entorno, además del trabajo habitual con el cerebro, mejoraría todos los resultados cognitivos arriba mencionados.
Hallazgos anteriores de las psicoterapias orientadas al cuerpo vinculan la cognición con el cuerpo. Por ejemplo, Eugene Gendlin (1998), filósofo reconvertido en psicólogo y fundador de la Terapia de Focusing, demostró, mediante experimentos realizados en la Universidad de Chicago, que las personas que integraban mínimamente al cuerpo siendo conscientes de las sensaciones corporales de vez en cuando resolvían mejor los problemas cognitivos que las que no lo hacían. El Análisis Bodynamic (Marcher y Fisch, 2010), un sistema danés de psicoterapia corporal con un mapa de las funciones psicológicas del sistema muscular obtenido empíricamente, ha identificado varios músculos en diferentes partes del cuerpo, como los flexores de los dedos de las manos y los pies, que median el procesamiento cognitivo en el cerebro. Lo que la investigación de la cognición corporizada ha podido ofrecer últimamente es la ciencia y la evidencia que ni la terapia de Focusing ni el Análisis Bodynamic pudieron ofrecer en su momento acerca de la importancia del cuerpo en la comprensión y el trabajo con la cognición.
La relación entre cognición y emoción
Varios estudios recientes sobre la cognición corporizada basados en la fisiología del cerebro (Johnson, 2007; Colombetti y Thompson, 2008) han demostrado que todos los aspectos de la cognición (empezando por las decisiones iniciales que determinan a qué aspectos del entorno prestamos atención incluso antes de que nuestros sentidos perciban el entorno) están mediados, influidos o incluso iniciados por el afecto (en este artículo, los términos afecto, emoción y sentimiento se emplean indistintamente para referirse a lo mismo). Recientes pruebas neurológicas demuestran que, durante tareas experimentales cognitivas, o bien se activan simultáneamente los circuitos cerebrales cognitivos y afectivos, o bien los circuitos afectivos se activan antes que los cognitivos. También existen nuevas evidencias de que las áreas cerebrales activadas durante tareas cognitivas y afectivas se solapan.
La evidencia del papel causal del afecto en la cognición proviene del hallazgo de que hay más vías que van desde las áreas cerebrales que tienen que ver con el afecto a las áreas que tienen que ver con la cognición y la conducta que a la inversa (Barrett, 2017). Mientras que las primeras investigaciones presentadas por Damasio (1994) mostraban la importancia de la emoción en la comprensión y el trabajo con la conducta, la investigación actual sobre la cognición corporizada y embebida, así como la de los enfoques corporizados y enactivos de la emoción, muestran la importancia de la emoción y su corporización en la comprensión y el trabajo con la cognición.
La relación entre cognición, emoción y cuerpo
El papel de todo el cuerpo en la generación de experiencias emocionales está bien documentado (Pert, 1999; Damasio, 2003; Barrett, 2017). Sin embargo, solo recientemente se ha empleado la participación del cuerpo en la emoción para establecer la conexión entre la cognición y el cuerpo. Es decir, la emoción proporciona un posible vínculo entre la cognición y el cuerpo (y la conducta proporciona otro posible vínculo entre ellos). En los experimentos en los que los músculos faciales, que se sabe desempeñan un papel importante en la emoción, quedan impedidos de una forma u otra, los procesos cognitivos como la impronta y el recuerdo de las emociones y sus contextos se ven significativamente comprometidos (Niedenthal, 2007).
El hallazgo de todo el cuerpo está implicado en las experiencias emocionales nos informa de que nuestra comprensión de las emociones sería más completa y nuestro trabajo con las emociones más eficaz si se incluyera una mayor parte del cuerpo. Los descubrimientos como el de Niedenthal, que aúnan la emoción, la cognición y el cuerpo, nos revelan que, para mejorar los resultados cognitivos, necesitamos trabajar con el cuerpo específicamente en relación con las emociones y su disponibilidad. Asimismo, nos indican que la cognición se resentiría si el cuerpo se viera comprometido de forma que su papel en la emoción se viera disminuido.
La relación entre emoción, conducta y cuerpo
Las investigaciones anteriores sobre la emoción que se centran en el cerebro (Damasio, 1999) han encontrado pruebas significativas de que las emociones, en contra de la creencia convencional de que son irracionales e interfieren con la racionalidad de la cognición, mejoran la adecuación de la conducta de una persona al mejorar la creación de alternativas conductuales y la elección de la mejor forma de actuar en cualquier situación. Estos hallazgos también ofrecen pruebas indirectas de que las personas son más capaces de comprender los contextos en los que se encuentran (es decir, captan mejor las situaciones desde el punto de vista cognitivo), actuando de forma más apropiada cuando tienen acceso a las emociones que cuando no las tienen. El papel del cuerpo en la conducta, la expresión y la acción es evidente. Damasio ha observado que la emoción tiene que producirse a través del cuerpo como una evaluación antes de que se tome una decisión conductual.
Las relaciones entre cognición, emoción y conducta
La investigación demuestra que la emoción y la cognición están tan íntimamente entrelazadas en el cerebro y el cuerpo que son prácticamente inseparables al surgir en el organismo, aunque en la experiencia puedan diferenciarse en cierto modo como fenómenos separados. En cada momento, el estado afectivo del organismo dirige todos los aspectos de su cognición, empezando por aquello a lo que el organismo presta atención en su entorno. De hecho, Duncan y Barrett (2007) llegan a afirmar que el afecto es una forma de cognición.
Se pueden hacer observaciones similares sobre la relación entre la conducta y la emoción. En todo momento, un organismo se encuentra en un estado afectivo básico definido en términos de valencia (buena o mala) y activación (alta o baja), y cada impulso conductual tiene como base o fuerza motriz al menos este estado afectivo básico. Esto hace que el afecto y la conducta sean también inseparables cuando surgen en el cerebro o en el cuerpo, aunque puedan diferenciarse en cierto modo en la experiencia como fenómenos separados. La descripción de la emoción como energía en movimiento y el reciente ‘enfoque enactivo’ de la emoción de Hufendiek (2016) son intentos de abordar la inseparabilidad de la conducta y la emoción.
La investigación sobre la cognición corporizada establece la relación entre la cognición y el cuerpo mediante la relación entre la cognición y la conducta. Toda conducta, expresión y acción involucran al cuerpo. Ya hemos visto que el aprendizaje de fenómenos simples y complejos se ve facilitado o inhibido por la conducta del cuerpo. En cuanto a la inseparabilidad entre la cognición y la conducta en la fisiología, incluso la percepción, un acto cognitivo, se considera ahora una acción (conducta) y, por tanto, es prácticamente inseparable de ella (Creem-Regher y Kunz, 2010). Asimismo, la intencionalidad en una conducta es un significado (cognición) y es inseparable del acto.
La inseparabilidad del afecto y la cognición, del afecto y la conducta, y de la cognición y la conducta, así como el papel primordial que desempeña el afecto en la mediación de la cognición y la conducta, hacen que los tres sean inseparables cuando surgen en el organismo, aunque puedan ser discernibles de alguna manera en la experiencia.
Implicaciones para la práctica psicoterapéutica
Las psicoterapias tienden a especializarse en el trabajo con la cognición, el afecto o la conducta, centrándose normalmente en uno más que en los otros dos. Dado que ahora sabemos que los tres son prácticamente inseparables, tiene sentido que todas estas terapias especializadas funcionen en mayor o menor medida porque el trabajo centrado en cualquiera de estos elementos repercutiría también en los otros dos. Sin embargo, para garantizar los mejores resultados posibles en la terapia, estos nuevos hallazgos sugieren que deberíamos: 1) trabajar con la cognición, el afecto y la conducta en estrecha proximidad o asociación entre sí e implicar la mayor parte posible del cuerpo, ya que ahora se sabe que los tres involucran a todo el cuerpo; 2) trabajar especialmente con el afecto, porque ahora se sabe que este desempeña un papel primordial a la hora de influir o incluso iniciar la cognición y la conducta; y 3) trabajar con el afecto en relación con la mayor parte posible del cuerpo, pues este es potencialmente un fenómeno corporal completo y sabemos, gracias a la psicoterapia corporal y la psiquiatría, que el afecto abrumador e intolerable puede provocar defensas fisiológicas en el cerebro y el cuerpo que comprometen su disponibilidad para la cognición, el afecto y la conducta.
Las dificultades emocionales son a menudo, si no siempre, la causa de la aparición defensas en la fisiología cerebral y corporal. La consiguiente reducción de la disponibilidad de información emocional en el organismo a causa de dichas defensas puede comprometer no solo los resultados en el ámbito afectivo, sino también en los ámbitos cognitivo y conductual, que ahora sabemos, gracias a investigaciones recientes, que dependen en gran medida del ámbito afectivo y son inseparables de él. El apagado o cierre del cuerpo debido a las defensas fisiológicas contra las emociones también puede comprometer la cognición y la conducta, que ahora se sabe que dependen de todo el cuerpo de otras maneras que mediante la participación del afecto.
Cuanto mayor sea la disponibilidad de la información emocional en la mayor parte posible del cuerpo, cuanto más regulada esté, cuanto más soportable sea y durante un período de tiempo más largo (la definición de corporización emocional en la Psicología Somática Integral™), más probabilidades hay de que el cuerpo esté abierto y disponible para participar en procesos cognitivos, afectivos y conductuales; y mayor será también la probabilidad de que mejoren los resultados cognitivos, afectivos y conductuales en todas las modalidades de terapia. En el artículo titulado Cómo mejorar los resultados en todas las terapias mediante la corporización de las emociones, los lectores podrán informarse acerca la corporización emocional y cómo esta puede mejorar los resultados en todas las modalidades terapéuticas. El artículo también analiza cómo el trabajo actual con las emociones en la psicoterapia convencional, así como las modalidades de psicoterapia orientadas al cuerpo, podría ser deficiente debido a la falta de integración de información relevante sobre la compleja fisiología de la cognición, la emoción y la conducta, tal y como se presenta en este artículo.
Además, los enfoques de psicoterapia corporal más recientes como la Experiencia Somática® (SETM), la Terapia de Focusing, la Psicoterapia Sensoriomotriz® (SP) y la Terapia de Reducción del Estrés Basada en Mindfulness (MSBR) a menudo utilizan el rastreo detallado de las sensaciones corporales como herramienta para trabajar con el cuerpo. Refiero a los lectores al artículo Cómo evitar destruir las Emociones al rastrear las sensaciones corporales en el que se explica cómo el rastreo detallado de las sensaciones corporales, una herramienta efectiva y basada en la evidencia, puede a veces comprometer el trabajo con las experiencias emocionales complejas, la cognición y la conducta.
Qué es la Psicología Somática Integral™ (PSI™)
La Psicología Somática Integral (PSI) es la siguiente generación en la evolución de la psicoterapia corporal basada en los últimos descubrimientos de la neurociencia, la psicoterapia corporal, la física cuántica y la psicología energética sobre la cognición, la emoción y la conducta, cómo se relacionan entre sí en el cerebro y el cuerpo, cómo pueden verse comprometidas por las defensas fisiológicas tanto en el cerebro como en el cuerpo, y cómo se puede trabajar con dichas defensas para facilitar la corporización de las emociones de manera simple, efectiva y regulada, mejorando aún más los resultados cognitivos, afectivos y conductuales, así como los físicos, energéticos, relacionales y espirituales en todas las modalidades de terapia. Actualmente, la PSI se imparte en más de una docena de países. Para matricularse, no se requiere formación previa en psicoterapia de orientación corporal. El artículo Qué es la Psicología Somática Integral. Una conversación con Raja Selvam presenta la teoría y la práctica de la ISP en un formato de entrevista sencillo y fácil de leer. Para más información sobre este enfoque, sus aplicaciones y su programa de formación internacional, visita www.integralsomaticpsychology.com
Bibliografía
Barrett, L. F. (2017). How emotions are made: The secret life of the brain. Houghton Mifflin Harcourt: Boston and New York.
Beilock, S. (2017). How the body knows its mind: The surprising power of the physical environment to influence the how you think and feel. New York, NY: Atria Books, Simon & Schuster, Inc.
Colombetti, G. & Thompson, E. (2008). The feeling body: Towards an enactive approach to emotion. In Overton W. F., Muller U., & Newman J. L. (Eds.), Developmental Perspectives on Embodiment and Consciousness (pp. 45-68), New York: Lawrence Erlbaum Associates.
Colombetti, G. (2014). The feeling body: Affective science meets the enactive mind. The MIT Press: Boston, Massachusetts & London, UK.
Creem-Regehr, S. H. and Kunz, B. R. (2010). Perception and action. WIREs Cogn Sci, 1: 800–810. doi:10.1002/wcs.82
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