La corporización de las emociones, que aquí se define como la capacidad de expandir las experiencias emocionales a la mayor parte posible de la fisiología cerebral y corporal, tolerándolas durante períodos de tiempo más prolongados, cuenta con pruebas teóricas y empíricas de su eficacia para mejorar no solo los resultados emocionales, sino también los físicos, energéticos, cognitivos, conductuales, relacionales y espirituales en todas las modalidades terapéuticas y espirituales.
Este artículo presenta los fundamentos teóricos de la corporización de las emociones basados en el conocimiento de la fisiología de la emoción, la fisiología de la regulación biológica, la relación entre ambas, las pruebas empíricas de los múltiples beneficios de la corporización emocional, y cómo se pueden corporizar las emociones de modo que, por un lado, el desbordamiento emocional no conduzca a la patología y, por otro, la regulación fisiológica no destruya las emociones emergentes.
En primer lugar, este artículo aborda la importancia de las emociones, las diferentes formas en que se trabajan actualmente en las diversas modalidades terapéuticas, por qué las emociones desagradables son fisiológicamente difíciles de experimentar y tolerar, y por qué es difícil corporizar las emociones sin trabajar con la fisiología cerebral y corporal (especialmente la corporal). En segundo lugar, el artículo analiza cómo corporizar las emociones de forma más completa, precisa y con menos dificultad, con el fin de mejorar los diversos resultados en todas las modalidades terapéuticas.
La importancia de las emociones en terapia
Las emociones son el núcleo del trabajo en la mayoría de enfoques psicoterapéuticos.
Detrás de los síntomas que motivan a las personas a buscar ayuda psicológica, casi siempre hay una dificultad emocional, algo que es insoportable o que ya no se puede soportar. Así, no es de extrañar que la mayoría de los enfoques psicoterapéuticos trabajen sobre el supuesto de que el procesamiento de las experiencias emocionales difíciles o de los factores que las impulsan es necesario para resolver los síntomas que se presentan. Cada vez existen más evidencias de que las emociones, su expansión en la fisiología cerebral y corporal, así como la capacidad de tolerarlas, mejoran la cognición (Niedenthal, 2007; Colombetti y Thompson, 2008), la conducta (Damasio, 1994), la resiliencia (Stolorow y otros, 1995), la individuación (Jung, 1960), los resultados personales y profesionales (Khan, 2013; Goodman y otros, 2015) y el crecimiento espiritual (Dayananda, 2002). Las modalidades terapéuticas, sin embargo, difieren con respecto al énfasis que ponen en las emociones y la combinación de estrategias que utilizan para trabajar con ellas.
Estrategias habituales para trabajar las emociones
Lo que sigue es un intento con fines analíticos de discernir y describir las distintas estrategias que a menudo se emplean en el trabajo con las emociones en las diversas modalidades terapéuticas. Estas estrategias abordan diferentes aspectos y a menudo se utilizan en combinación. Debe tenerse en cuenta que las estrategias no son mutuamente excluyentes, ya que no es difícil observar que estas comparten componentes. Por ejemplo, el uso de la estrategia de conseguir que el paciente sea consciente de la presencia de una emoción para que la experimente más conscientemente está implícito en la estrategia de ayudar al paciente a desarrollar una mayor capacidad para tolerar la emoción.
A menudo, cuando una emoción continúa siendo problemática, es necesario trabajar con ella de más de una manera para resolver la dificultad que plantea. Por ejemplo, podría ser necesario conseguir que el paciente no solo experimente la emoción, sino que también la exprese. Además, las formas de trabajar con una emoción suelen estar determinadas por los déficits de desarrollo que el paciente tiene en relación con la emoción. Por ejemplo, algunos pacientes pueden necesitar comprender sus emociones más que experimentarlas o expresarlas.
La estrategia elegida también puede estar determinada por el modo en que la emoción está involucrada en la dificultad del paciente. A modo de ilustración, si la emoción fuera un estímulo condicional en un proceso de adicción, tendría sentido contener la conducta adictiva (la respuesta condicional) para evitar que refuerce el estímulo condicional, es decir, la emoción. Por el contrario, si la intolerabilidad de la emoción se considerara la causa de la conducta adictiva, tendría más sentido crear una mayor capacidad de tolerar la emoción para que la persona no tenga que defenderse de ella mediante una conducta adictiva defensiva como comer en exceso. Dado que, según la orientación terapéutica, los procesos adictivos han sido considerados como un problema de condicionamiento, como un problema de tolerancia al afecto, o como ambos, es lógico que existan diferentes estrategias para trabajar con la emoción que cubran las diferentes posibilidades. Por todo ello, los enfoques terapéuticos suelen emplear varias de estas estrategias para trabajar con las emociones, aunque a menudo difieren en cuanto al énfasis que ponen en una u otra. Así, algunos enfoques enfatizan la comprensión de las emociones, otros su experiencia y otros su expresión. A continuación, se describen las estrategias más comunes utilizadas en terapia para trabajar con las emociones.
En ocasiones, las emociones se resuelven aumentando la conciencia de que existen o pueden existir, ayudando a los pacientes a generarlas cuando no existen y haciendo que los pacientes simplemente las experimenten. Esto se consigue proporcionando a los pacientes la educación, la validación y el apoyo necesarios. Si las emociones no están ahí, a menudo es porque la historia del paciente no ha fomentado su desarrollo. A veces, se necesita un tiempo y un esfuerzo considerable tanto por parte del terapeuta como del paciente para que este desarrolle la capacidad de experimentar emociones. Este suele ser el núcleo del trabajo en muchos enfoques psicoterapéuticos. Para acceder a las emociones de los pacientes y trabajar con ellas, algunos enfoques utilizan la regresión más que otros. Los enfoques orientados al cuerpo trabajan con las defensas corporales contra las emociones para acceder a ellas.
Las emociones se resuelven a veces solo a través de su comprensión: qué emociones hay y a qué contextos pertenecen. Por ejemplo, que se trate de un anhelo insatisfecho y que pertenezca al pasado en relación con la madre en vez de al presente en relación con la esposa puede determinar si un matrimonio se encamina hacia la curación y el crecimiento o hacia la reproducción del pasado y el divorcio. A veces, las emociones se modifican a través de cogniciones cambiantes en forma de las creencias y significados que se considera que las impulsan. Una crítica que se ha hecho a muchos enfoques convencionales de la psicoterapia es que tienden a hacer más hincapié en la comprensión de las emociones que en su experimentación y profundización.
Otras veces, las emociones se curan exponiendo repetidamente a los pacientes a las situaciones, recuerdos o desencadenantes que las estimulan, como es el caso de la terapia de exposición propia de la terapia cognitivo-conductual. En ocasiones, las emociones también se resuelven conteniendo las conductas defensivas a las que están asociadas, de modo que las emociones no se exteriorizan compulsivamente, como ocurre en los procesos adictivos (p. ej. comer en exceso). Esto tiene sentido cuando las emociones son estímulos condicionales que desencadenan respuestas condicionales patológicas sujetas a los principios del condicionamiento clásico.
Las emociones, en ocasiones, se curan expresándolas adecuadamente en terapia o en la vida; en algunos casos, la expresión es más catártica que en otros. A veces, las emociones se resuelven actuando adecuadamente sobre ellas, como cuando uno se compromete en un acto de reparación cuando se siente culpable por haber hecho algo malo o se aparta de una relación emocionalmente perjudicial.
Otras veces, las emociones y los síntomas que provocan se resuelven o gestionan mediante la regulación de la fisiología cerebral o corporal. Esto se consigue a través de la medicación, la meditación, la nutrición, el ejercicio, el trabajo corporal, el trabajo energético o cualquier otra técnica, cuando es evidente o se cree que el problema emocional tiene como causa un déficit o una desregulación en la fisiología.
Dado el creciente nivel de desregulación fisiológica y el estrés que se observa en los pacientes en la actualidad, así como debido al creciente dominio del enfoque psicofarmacológico, que tiende a diagnosticar y tratar la mayoría de los problemas psicológicos (incluidos los trastornos emocionales) desde la suposición de que la disfunción fisiológica es su causa, todo el campo de la psicología parece encaminarse, ahora más que nunca, hacia la regulación de la fisiología del cerebro o del cuerpo como estrategia dominante para hacer frente a los trastornos emocionales, así como a otros trastornos psicológicos. Esta tendencia hacia la regulación de la fisiología parece haber reclutado incluso a los enfoques emergentes en psicología que ponen más atención al cuerpo o a la energía.
Puesto que todas las experiencias psicológicas tienen como origen o base la fisiología cerebral y corporal, no puede surgir ninguna experiencia psicológica coherente si estas están extremadamente desreguladas. Por este motivo, tiene sentido que, en una situación de bastante desequilibrio, la regulación de la fisiología cerebral y corporal mejore el trabajo terapéutico con todos los aspectos de la experiencia psicológica, como la cognición, la emoción y el comportamiento. Sin embargo, una regulación excesiva de dicha fisiología puede ser contraproducente en el trabajo psicológico. Para entender cómo esto puede ocurrir, refiero a los lectores al artículo Cómo evitar destruir las emociones al rastrear las sensaciones corporales.
Además de lo anterior, las modalidades terapéuticas también podrían emplear la estrategia de permanecer con una emoción tanto tiempo como sea necesario con el fin de transformarla. También se podría utilizar la estrategia de desarrollar una mayor capacidad para tolerar las emociones, especialmente las emociones difíciles. Nótese que el desarrollo de la capacidad para tolerar una emoción ayudaría a permanecer con la emoción tanto tiempo como sea necesario hasta que se transforme y que, permanecer con una emoción tanto tiempo como sea necesario hasta que se transforme, aumentaría la capacidad para tolerar la emoción en cuestión. Aunque están estrechamente relacionadas, estas dos estrategias no son exactamente iguales, pues sus intenciones son diferentes. Veremos estas dos estrategias con más detenimiento tras analizar la relación entre la capacidad de tolerar una emoción y la resiliencia.
Las emociones, la capacidad de tolerarlas y la resiliencia
En el trabajo con las emociones en una determinada situación, se suele emplear una combinación de las estrategias anteriormente mencionadas, ya que estas abordan diferentes aspectos que son necesarios para su resolución. Sin embargo, para trabajar con éxito con cualquiera de las estrategias anteriores, incluyendo la de hacer que el paciente sea simplemente consciente de una emoción, el individuo debe tener cierta capacidad para experimentar y tolerar la emoción en cuestión. Por otro lado, se puede esperar que un resultado exitoso con cualquier aspecto del trabajo emocional, incluyendo el simple hecho de conseguir que el paciente se dé cuenta o comprenda la emoción que está presente, aumente la capacidad del paciente para afrontar y tolerar la emoción hasta cierto punto en el futuro.
No obstante, si la dificultad que presenta una emoción es la falta de capacidad para tolerarla, como algunas modalidades creen que suele ser frecuente, se debe conseguir que en el paciente desarrolle una capacidad adecuada para tolerarla en el nivel de intensidad en que se produce para que no vuelva a convertirse en un problema. Solo entonces puede considerarse que el paciente es resiliente a una experiencia emocional concreta (p. ej. el duelo). En este artículo, el término resiliencia en relación con una emoción se entiende como la capacidad de evitar que se formen síntomas en el futuro a partir de la emoción o como la capacidad de resolver cuanto antes cualquier síntoma que se forme a partir de la emoción.
Destaca por su especial relevancia la importancia de desarrollar nuestra capacidad para tolerar experiencias emocionales difíciles; la última estrategia descrita aquí con relación al trabajo con las emociones. Según Stolorow y otros (1995), dentro del psicoanálisis, este aspecto es el factor más importante de la salud psicológica de un individuo. La capacidad de tolerar los opuestos en la experiencia humana, especialmente en el extremo desagradable del continuo, se considera el principal determinante del desarrollo psicológico de un individuo en la psicología analítica de Jung (1960). Para Dayananda (2002), este es también un aspecto determinante, si no el factor más importante de la capacidad de un individuo para crecer espiritualmente. (Cabe señalar que, independientemente de cuál sea la naturaleza de una experiencia insoportable, ya sea cognitiva o conductual, se trata en última instancia de una experiencia insoportable porque la emoción asociada a ella es insoportable). Asimismo, dado que existen pruebas científicas adecuadas de que la información emocional mejora los resultados cognitivos, conductuales, personales y profesionales, cuando las emociones están más corporizadas (es decir, cuando se genera más cantidad de una emoción en un área más amplia de la fisiología cerebral y corporal y existe una mayor capacidad para tolerarla y, por lo tanto, para permanecer con ella durante más tiempo), el cerebro dispone de más información en forma de emoción y de más tiempo para procesarla. Como resultado, todos los aspectos de la vida y la experiencia de un individuo mejoran.
Mientras que todas las estrategias para trabajar con las emociones expuestas hasta ahora pueden aumentar la capacidad para tolerar las emociones en mayor o menor medida, la estrategia de permanecer simplemente con una emoción hasta que se transforme y la de construir una mayor capacidad para tolerar la emoción están más alineadas con los objetivos de desarrollar una mayor tolerancia afectiva o una mayor capacidad para tolerar los opuestos en la experiencia humana. Veamos más de cerca cada una de estas dos estrategias, las dificultades que supone implementarlas, los motivos de dichas dificultades, y qué información adicional, estrategias y métodos podemos añadir al trabajo actual que se está haciendo con las emociones en las diversas modalidades terapéuticas, de tal modo que se pueda lograr una mayor capacidad para tolerar una parte más amplia de una emoción durante un período de tiempo más largo de manera más eficiente y con menos resistencia y dificultad.
Sobre la estrategia de permanecer simplemente con una emoción hasta que se transforme
Las emociones o los síntomas que provocan se resuelven a veces con el mero hecho de permanecer con las emociones implicadas el tiempo que sea necesario. En ocasiones, esto se describe como aceptar y abrazar nuestro propio estado emocional, permaneciendo con él hasta que se transforme en otra cosa.
De todas las estrategias descritas, esta, junto con la estrategia más proactiva de desarrollar una mayor capacidad para tolerar las experiencias emocionales, parecen ser las que presentan mayor potencial para desarrollar una capacidad a largo plazo para tolerar las experiencias emocionales difíciles.
Sin embargo, la estrategia de limitarse a permanecer con una emoción no ofrece, en sí misma, más orientación sobre cómo gestionar la intensidad de las experiencias emocionales que podrían estar implicadas, incluidas las experiencias de descompensación, tan temidas, con razón, por los terapeutas. Además, por razones que se aclararán más adelante, el mero hecho de permanecer con la emoción allí donde emerge (p. ej. la aflicción en la zona del pecho), no solo puede generar que la experiencia de esa aflicción sea más intolerable, sino que también puede desregular la fisiología de esa área y crear síntomas psicofisiológicos graves (p. ej. asma). Por este motivo, es comprensible que no sea la estrategia que se emplee con más facilidad en muchos contextos terapéuticos sin recurrir a la expresión o a la creación de significados para generar alivio. De hecho, cuando se emplea, la falta de directrices sobre cómo estar con ella de forma segura y productiva sin desbordarnos ni descompensarnos puede limitar la eficacia de esta estrategia.
Sobre la estrategia de aumentar proactivamente la capacidad de tolerar las emociones
Cualquier trabajo con las emociones, tanto si implica al cuerpo como si no, puede aumentar potencialmente la capacidad de experimentar y tolerar las emociones. Sin embargo, pocos enfoques apuestan proactivamente por crear capacidad para tolerar experiencias emocionales (especialmente si estas son desagradables) como estrategia clínica explícita para ayudar a sus pacientes. Esto tiene sentido dado que la población en general presenta una resistencia innata y psicológica a las emociones desagradables y que, actualmente, cuando se enseñan, pocos enfoques psicoterapéuticos enfatizan la necesidad de construir una mayor capacidad para tolerar las experiencias emocionales.
Cuando las experiencias emocionales se vuelven extremadamente difíciles de soportar, se trata, en última instancia, de experiencias intolerables en la fisiología cerebral o corporal, especialmente en esta última. Sin embargo, la mayoría de los enfoques descuidan el cuerpo y su papel en la experiencia emocional, limitando así su eficacia en el trabajo con las emociones, así como en el desarrollo de una mayor capacidad para tolerarlas.
Los enfoques que sí trabajan con el cuerpo en relación con las experiencias emocionales están en mejores condiciones de desarrollar una mayor capacidad para tolerar las emociones a través del contenedor más amplio del cuerpo. Sin embargo, estos enfoques tienden o bien a regular a la baja el cuerpo para hacer lo mismo con las emociones, o bien a trabajar con las defensas del cuerpo contra las emociones para poder acceder a ellas. Cuando trabajan con las emociones, tienden a enfatizar su expresión más que su experiencia, catártica o de otro tipo. Incluso cuando se orientan hacia la construcción de una mayor capacidad para tolerar las emociones sin exteriorizarlas a través de la expresión, la falta de una comprensión adecuada de la fisiología de las emociones, la fisiología de la regulación y la relación entre ambas limita su habilidad para desarrollar una mayor capacidad emocional, por razones que se harán evidentes más adelante.
La estrategia proactiva de desarrollar una capacidad para tolerar emociones difíciles podría implicar mayor riesgo de desbordamiento emocional y descompensación que la estrategia más pasiva de permanecer meramente con una emoción hasta que se transforme. Esto ocurre si no existe una comprensión adecuada de cómo regular el cuerpo durante las experiencias emocionales con el fin de minimizar estos riesgos. Debido a esto, así como a la falta de comprensión de todos los beneficios que supone construir una mayor capacidad para tolerar las emociones durante un período de tiempo más largo a través del contenedor más amplio del cuerpo, tiene sentido que los terapeutas tiendan a utilizar menos la estrategia proactiva de desarrollar una mayor capacidad para tolerar una emoción que la estrategia más pasiva de permanecer con una emoción hasta que se transforme.
Pasamos ahora a analizar conceptos y hallazgos relevantes tanto en la literatura sobre las emociones, su fisiología y su corporización, como en la literatura sobre la fisiología de la regulación biológica. Esto nos permitirá entender por qué tiene sentido corporizar las emociones, expandirlas a la mayor parte posible de nuestra fisiología cerebral y corporal, y desarrollar la capacidad para tolerarlas durante un período más largo. Para empezar, profundizaremos en el concepto de la capacidad para tolerar una emoción.
¿Qué es la capacidad para tolerar una emoción?
Corporizar una emoción significa ser capaz de expandirla tanto como sea posible en la fisiología cerebral y corporal, así como ser capaz de tolerarla durante más tiempo. La capacidad de tolerar una emoción varía mucho dependiendo del individuo. Esta capacidad puede entenderse en relación con su intensidad y el tiempo que podemos permanecer con ella. En otras palabras, la intensidad de la emoción y el tiempo que la persona debe sostenerla para resolver el síntoma actual o para ser resilientes a ella a la larga varían según cada persona.
Para reducir los riesgos de desbordamiento emocional y de descompensación, podemos gestionar la intensidad de la emoción y el tiempo que la sostenemos. Esto se consigue a través de estrategias psicológicas y fisiológicas que equilibren la profundización de la emoción y la regulación de la fisiología; estrategias que se basan en la comprensión de la fisiología de la emoción, la fisiología de la regulación y la relación entre ambas. En función de la capacidad del individuo, estas estrategias también pueden utilizarse para corporizar una emoción en la fisiología de forma superficial o profunda. Dado que, para cada individuo, los síntomas se forman en diferentes umbrales en lo que respecta a la intensidad y duración de la emoción, algunos, a diferencia de otros, requieren que estas sean más bajas para poder resolver los síntomas. Por ejemplo, en el caso de una paciente, todo lo que tuve que hacer fue conseguir que tolerara una pequeña dosis de tristeza en la zona superior del pecho y luego en la zona facial durante un poco de tiempo para que sus síntomas de asma mejoraran significativamente. Por el contrario, para que el síntoma cambiara en el caso un paciente con ataques de pánico, fue necesario trabajar con un alto porcentaje de miedo, ampliándolo a casi todas las partes de la fisiología y durante un período mucho más largo (más de cuarenta minutos). En una paciente con síntomas de migraña que estuvo a punto de morir electrocutada cuando era niña, para deshacerse del síntoma por completo, se necesitó un alto grado de terror y mucho tiempo, además de inhibirle la descarga del miedo a través del llanto.
Estos ejemplos ilustran que, para resolver los síntomas, la capacidad necesaria que hay que construir para tolerar una experiencia en términos del tiempo, la intensidad de la emoción y el grado de expansión en el cuerpo varían dependiendo de cada individuo. Estos ejemplos también ilustran la eficacia con la que la corporización de las emociones puede lograr la resolución de los síntomas.
¿Por qué es difícil aceptar y tolerar las experiencias emocionales desagradables?
La capacidad de tolerar una emoción, especialmente una difícil, no se adquiere fácilmente. Esto se debe a que, en primer lugar, la experiencia de una emoción desagradable se genera en el cerebro o en la fisiología corporal a través del estrés y la desregulación (Sapolsky, 1994; Pert, 1999, Damasio, 2003). Dado que nuestros circuitos cerebrales vitales inconscientes e involuntarios están orientados en todo momento hacia la disminución del estrés y la desregulación en la fisiología cerebral y corporal, existe una resistencia inconsciente e involuntaria a las emociones desagradables que es innata en todos nosotros.
Sobre esto hablaba Freud (cfr. Laplance y Pontalis, 1998) cuando señaló que en todo organismo sano existe una aversión al dolor y una orientación hacia el placer (los dos aspectos del principio de placer). Además de esta resistencia innata universal, los individuos podemos haber adquirido una serie de señales provenientes de nuestra familia, cultura y educación que forman la base de nuestra resistencia psicológica individual a si quiera generar y experimentar una emoción desagradable, por no hablar de desarrollar una capacidad adecuada para sostenerla durante un periodo de tiempo.
Las experiencias emocionales placenteras, por el contrario, debido a que su generación implica la disminución del estrés y la desregulación en la fisiología cerebral y corporal, no implican la resistencia innata con la que tropiezan las emociones desagradables. Cualquier resistencia a las experiencias emocionales agradables suele ser de naturaleza psicológica. Un ejemplo de esta resistencia puede provenir de un entorno familiar que, por alguna razón, no permite la expresión de emociones positivas como la felicidad.
Cómo se generan las emociones en la fisiología cerebral y corporal, y cómo nos defendemos de ellas
Ya hemos visto el importante hallazgo de que las emociones desagradables se generan en la fisiología cerebral y corporal desregulándolas y estresándolas en mayor o menor grado, mientras que las experiencias emocionales agradables se generan regulando y reduciendo el estrés en ellas. En concreto, hay una serie de formas en las que la fisiología cerebral y corporal está involucrada tanto en la generación como en la defensa contra las emociones. La Psicología Somática Integral™ (PSI™, de ahora en adelante) ha identificado siete mecanismos generales a través de los cuales el cerebro y la fisiología pueden estar involucrados tanto en la generación como en la defensa contra las emociones. Dichos mecanismos dan cuenta de todos los principales hallazgos de la investigación y los sistemas de psicoterapia corporal que existen hasta la fecha.
Otro de los principales descubrimientos sobre la fisiología de las emociones que trataremos más adelante es que, las emociones, especialmente las que persisten o son abrumadoras, acaban implicando a toda la fisiología cerebral y corporal. Las emociones desagradables, dado que se generan a través del estrés del cerebro y la fisiología corporal, son inherentemente dolorosas. Los individuos varían en su capacidad para tolerarlas y a menudo emplean un abanico de defensas psicológicas y fisiológicas para manejarlas o para evitar generarlas o experimentarlas. Las defensas fisiológicas intentan minimizar la experiencia de una emoción difícil reduciendo la implicación del cerebro y la fisiología corporal en tantos lugares como sea posible y, a veces, consiguen eliminarla por completo. Una defensa común es la constricción de los músculos respiratorios para reducir la intensidad de una experiencia emocional.
Sin embargo, las defensas fisiológicas contra las emociones tienen sus consecuencias. Comprometen el funcionamiento de la fisiología, no solo en el área claramente implicada. Por ejemplo, la constricción de los músculos respiratorios puede comprometer el funcionamiento de todo el organismo, ya que altera la función biológica vital de la respiración. Las personas que utilizan la constricción de los músculos respiratorios como defensa contra las emociones pueden acabar no solo con síntomas respiratorios, como dificultad para respirar, sino también con síntomas en otros órganos vitales como el corazón (bradicardia o ritmo cardiaco lento), o en cualquier otra parte de la fisiología. Por ejemplo, síntomas en las extremidades, como debilidad general en piernas y brazos, o manos y pies fríos, pueden deberse a que la función cardiovascular se ve comprometida por las alteraciones en la función respiratoria introducidas por la defensa contra una emoción.
Cómo las defensas fisiológicas contra una emoción en algunas áreas de la fisiología pueden acabar haciendo que la experiencia de esa emoción sea aún más difícil de tolerar en otras áreas en las que se generan
El “apagado” de la fisiología en la medida en que sea necesario para eliminar la experiencia de una emoción difícil, cuando no es del todo exitoso, puede paradójicamente hacer que la experiencia de la emoción sea aún más insoportable en las áreas en las que no se pueden eliminar por completo. Esto se debe a que cualquier disfunción introducida en algún área de la fisiología cerebral y corporal a través de las defensas fisiológicas contra la emoción es probable que disminuya el funcionamiento general de todo el organismo.
Para mantener la salud y el bienestar general del organismo, existe una compleja interdependencia entre las distintas partes de la fisiología. Los libres flujos sanguíneos y del sistema nervioso entre las distintas partes de la fisiología son esenciales para mantener el funcionamiento biológico general óptimo del organismo. El apagado de partes de la fisiología compromete los citados flujos entre los constituyentes de la fisiología, reduciendo la salud y el funcionamiento general de todo el organismo.
Cualquier reducción del funcionamiento global del organismo conlleva un aumento del nivel basal de estrés y desregulación en todo el organismo. Esto provoca que la experiencia de una emoción desagradable, que por definición es un estado de estrés y desregulación, sea aún más insoportable en el área concreta de la fisiología en la que se genera, porque la fisiología general ya se encuentra en un nivel basal alto de estrés y desregulación debido a las defensas en otras áreas. Generar una emoción desagradable en algunas áreas, mientras otras áreas de la fisiología cerebral y corporal se están defendiendo contra ella, es similar a poner una carga extra en una persona que ya está luchando por sostener la carga actual que lleva. En general, cuanto mayor es el nivel de estrés y desregulación implicado en una experiencia como la emoción, más innatamente insoportable se vuelve. En este caso, el estrés y la desregulación implicados en la generación de una emoción en un área se suma al estrés y la desregulación generales que el área ya está experimentando debido al apagado de otras partes de la fisiología interdependiente para defenderse de la emoción.
Existe un motivo adicional por el que la generación de una emoción desagradable en una zona concreta del cuerpo es más insoportable que si se generara en un área más amplia. Ya hemos visto cómo el estrés general y la desregulación en la zona en la que se genera la emoción a causa del apagado de otras áreas de la fisiología puede hacer que no solo la experiencia sea más intolerable, sino también aumentar la resistencia innata a la generación de la emoción en esa zona. A menudo, esto provoca que también se activen las defensas en las áreas concretas en las que se está generando la emoción para reducir el sufrimiento, lo que puede aumentar aún más el estrés y la desregulación en dicha área, así como en toda la fisiología interdependiente. Esto ofrece una explicación fisiológica científica para un argumento que se escucha a menudo en el procesamiento de las emociones: la mitad de la dificultad o el sufrimiento en una experiencia emocional se debe a la resistencia a la misma.
Por qué son importantes las emociones y por qué no pueden apagarse totalmente
¿Por qué no apagar las emociones por completo? La creencia generalizada ha sido que las emociones son irracionales, opuestas a la razón y, por tanto, carentes de función (Damasio, 1994). Una razón por la que no pueden eliminarse por completo podría ser que el entorno está constantemente provocando su generación y, por lo tanto, no pueden evitarse por completo. Otra razón podría ser que la consecuencia fisiológica de eliminar una emoción apagando la fisiología puede ser bastante grave, causando un síntoma serio como la fatiga crónica. Esa es a menudo la razón, la necesidad de evitar un síntoma físico más grave y debilitante, por la que parece que se utiliza una combinación de defensas psicológicas y fisiológicas, en vez de solo fisiológicas, para gestionar o eliminar una experiencia emocional difícil.
Más razones fundamentales por las que las emociones no pueden apagarse completamente
Como ya hemos discutido, hay una razón más importante por la que las emociones no pueden apagarse por completo a largo plazo: porque comprometería las funciones cognitivas, afectivas y conductuales de un individuo y esto tendría consecuencias físicas, energéticas, relacionales y espirituales tanto en su vida personal como profesional.
También hemos visto, aunque merece la pena repetirlo porque no es tan sabido, que la investigación acumulada sobre la emoción y la conducta, la emoción y la cognición, la emoción y su corporización, y la emoción y los resultados de la vida personal y profesional ofrecen evidencia científica adecuada de que la emoción es crítica para el funcionamiento óptimo no solo en el ámbito afectivo, sino también en los planos cognitivo y conductual, tanto en lo personal como en lo profesional.
Es decir, la emoción como información parece ser crítica para el funcionamiento óptimo en todos los aspectos y áreas de nuestra vida. Así pues, es lógico que no se puedan apagar a largo plazo sin que haya graves consecuencias. Por lo tanto, la corporización de las emociones como estrategia clínica puede ayudar no solo a resolver problemas emocionales, sino también problemas cognitivos y conductuales, incluso en modalidades terapéuticas como las terapias cognitivas o conductuales que no se centran específicamente en las emociones.
Volviendo al debate sobre los importantes hallazgos de la fisiología de las emociones
Lo extraño en el campo de la fisiología de las emociones es que todavía hay científicos que continúan creyendo que una emoción no tiene nada que ver con el cuerpo y que este solo participa respondiendo a una emoción después de que esta se genere exclusivamente en el cerebro. Esto ocurre porque tampoco se sabe mucho sobre el papel y el comportamiento de una experiencia emocional en el cuerpo. Aunque es cierto que sería difícil separar en el cuerpo las sensaciones de la emoción de las sensaciones que pertenecen a la respuesta conductual a la emoción, la afirmación de que todas las sensaciones pertenecen solo a la conducta contradice la teoría, las pruebas, así como la experiencia cotidiana común del papel del cuerpo en las experiencias emocionales. Estos científicos consideran que la emoción se genera solo en el cerebro y que el cuerpo nunca está implicado en su generación, sino solo en hacer algo para lidiar con la emoción.
La separación entre la experiencia de una emoción y la experiencia de una conducta es filosóficamente difícil de justificar. Siempre hay una emoción impulsando una conducta cuando la definición de emoción se amplía más allá de las emociones primarias y secundarias para incluir las sensoriomotoras (p. ej. la sensación de querer hacer algo o no querer hacerlo). Este hecho lleva a algunos a señalar informalmente la palabra “moción” en “e-moción” como prueba de que ambas son inseparables. Más formalmente, la inseparabilidad de la emoción y la conducta se reconoce teóricamente en la literatura al admitir que siempre hay un componente emocional en toda conducta. Resulta, como señala Sapolsky (2017) en su libro más reciente, que la separación estricta entre cognición y emoción tampoco es científicamente defendible.
Puesto que el conocimiento del papel del cuerpo en la experiencia emocional no es muy conocido, y puesto que pretendemos utilizar ese conocimiento para ayudar a desarrollar una mayor capacidad para soportar la emoción a través de todo el contenedor corporal, revisamos de nuevo los hallazgos sobre la fisiología de las emociones en el cerebro y el cuerpo y, esta vez, nos centramos en la investigación de personas concretas. El objetivo de esto es educarnos y educar a otros sobre la importancia del cuerpo en relación con las emociones y construir métodos para corporizarlas, expandirlas en el cuerpo y desarrollar una capacidad para tolerarlas durante un período de tiempo más largo, es decir, como una estrategia central para mejorar los resultados emocionales, así como cognitivos y conductuales en todas las modalidades terapéuticas.
Damasio (2003), neurólogo especializado en la fisiología de las emociones, partió del nivel celular para ofrecer pruebas de cómo se generan los procesos emocionales en la fisiología cerebral y corporal en cuanto a experiencias básicas como la atracción y la aversión se refiere. Pert (1999), primer científico molecular en localizar receptores opioides en el cerebro, descubrió que, una experiencia emocional, independientemente de su origen en el cerebro o en el cuerpo, acaba implicando a toda la fisiología cerebral y corporal en un periodo de tiempo muy corto. Estudios empíricos recientes sobre la fisiología de las emociones en diversas culturas como la finlandesa, sueca y taiwanesa (cfr. Nummenma y otros, 2013, 2016) también sugieren la implicación de toda la fisiología corporal en la experiencia de una serie de emociones básicas.
Los hallazgos de que toda la fisiología cerebral y corporal está o puede estar implicada en una experiencia emocional sugieren que el acto defensivo de apagarla en algunas áreas puede tener consecuencias adversas para su procesamiento por diversos motivos. En primer lugar, la información en forma de emoción procedente de distintas partes de la fisiología cerebral y corporal podría no estar totalmente disponible para ser procesada adecuadamente. En segundo lugar, desde el punto de vista del flujo, podría obstruir el procesamiento de la emoción al bloquear su flujo natural (si lo hubiera) a lo largo de toda la fisiología del organismo. En tercer lugar, desde el punto de vista de la estimulación, el impulso que subyace a una emoción, al estar constreñido y concentrado en una o en pocas zonas de la fisiología a causa de las defensas del cuerpo, puede estimular excesivamente dichas zonas, estresarlas en exceso y desregularlas, dificultando así la tolerancia y el procesamiento de la experiencia emocional. En cuarto y último lugar, como hemos visto antes, el propio acto de apagar partes de la fisiología para lidiar con una emoción desagradable puede aumentar el nivel general de estrés y desregulación en todo el organismo, lo que puede añadir una dificultad adicional para generar y procesar una experiencia emocional desagradable en cualquier parte de la fisiología, esté o no esa parte siendo excesivamente estimulada por el impulso que subyace a la emoción.
Repasemos los hallazgos anteriores: (i) las emociones pueden implicar potencialmente a la totalidad de la fisiología cerebral y corporal; (ii) las defensas fisiológicas contra ellas en ciertas áreas no solo pueden limitar la generación y experiencia más completa de las emociones, sino también dificultar la tolerancia de las emociones que surgen en unas pocas zonas; (iii) las emociones y su corporización son importantes para resolver dificultades emocionales, cognitivas y conductuales; y (iv) se ha demostrado que la capacidad para gestionar las emociones mejora la probabilidad de éxito en la vida personal y profesional a largo plazo. Estos hallazgos constituyen la base científica para desarrollar estrategias clínicas para trabajar con las emociones y corporizarlas, mejorando así los resultados emocionales, cognitivos y conductuales en todas las modalidades terapéuticas.
Posibles beneficios de la estrategia clínica de expandir la fisiología para ampliar la experiencia emocional a través del mayor contenedor corporal
Para mí, los hallazgos presentados anteriormente y sus implicaciones me llevaron a concluir que la estrategia de expandir la fisiología cerebral y corporal para ampliar la generación y la experiencia de las emociones en un terreno más amplio de la misma puede ofrecer una serie de beneficios, como son:
- Paradójicamente, las emociones pueden experimentarse como más tolerables y fáciles de soportar que cuando se defienden de ellas en muchos lugares y se generan solo en unos pocos.
- Como implican un menor nivel de estrés y desregulación que cuando se generan en unos pocos lugares, es probable que la resistencia innata a ellos sea menor.
- Cuando la resistencia innata a la generación y experiencia de emociones desagradables es menor, es probable que cualquier resistencia psicológica a esas emociones se debilite, facilitando así el trabajo de deshacernos de ellas.
- Debido a que es más tolerable permanecer con las emociones expandidas, es probable que la gente sea capaz de sostenerlas durante un período de tiempo más largo. Esto implica el desarrollo de una mayor capacidad para tolerar las emociones, especialmente las difíciles, una capacidad que, hasta cierto punto, es esencial para contactar y trabajar con las emociones de cualquier manera, incluyendo simplemente conseguir que alguien las genere en primera instancia.
- La capacidad de tolerar experiencias emocionales difíciles también ofrece a los individuos una mayor resiliencia a largo plazo, de modo que o es menos probable que se apaguen y se formen síntomas a causa de ellas, o más probable que se recuperen de ellas rápidamente cuando lo hagan.
- Al ser capaces de generar, experimentar y tolerar más emociones durante un periodo de tiempo más prolongado, el cerebro dispone de más información psicológica en forma de emoción para procesarla durante un periodo de tiempo más largo. Esto aumenta la probabilidad de mejora de los resultados afectivos, cognitivos y conductuales.
- Dado que una emoción es siempre una fuerza motriz en cualquier impulso conductual, la disponibilidad de más emoción durante un periodo de tiempo más largo aumentará la probabilidad de que la conducta se manifieste. Además, la capacidad de tolerar la emoción que subyace a un impulso conductual durante un periodo de tiempo más largo posiblemente reducirá la probabilidad de que se exteriorice de forma inapropiada.
- La capacidad de tolerar emociones difíciles sin exteriorizarlas de forma inadecuada, así como la capacidad de sostenerlas durante más tiempo para examinarlas cognitivamente con respecto a sus fuentes pueden mejorar los resultados relacionales en gran medida.
- La psicología junguiana ha identificado que la capacidad de tolerar los opuestos es extremadamente importante para la individuación o el crecimiento personal y la diferenciación.
- La capacidad de tolerar los opuestos en la experiencia emocional, especialmente las experiencias vitales desagradables, ha sido identificada por muchos enfoques como un atributo importante para el desarrollo espiritual.
La PSI y la estrategia de la corporización emocional
La corporización emocional, es decir, la expansión de la emoción en la mayor parte posible de la fisiología (profunda o superficialmente, según la capacidad de cada paciente), así como el desarrollo de la capacidad de tolerar la emoción durante más tiempo, es una estrategia clínica central en la PSI, un enfoque que he desarrollado para mejorar los resultados en todas las modalidades terapéuticas; un enfoque que ahora se enseña en más de una docena de países de todo el mundo.
Con el fin de corporizar las emociones más plenamente en la mayor parte posible de nuestra fisiología, la PSI trabaja con el conocimiento no muy explorado de la fisiología de las emociones y otras experiencias psicológicas proveniente de las universidades y las tradiciones de psicoterapia corporal; el conocimiento de cómo cada capa del cuerpo, músculo, órgano y sistema nervioso generan y se defienden de las emociones y otras experiencias psicológicas. La PSI utiliza herramientas sencillas (p. ej. el movimiento y el contacto físico con nuestro propio cuerpo), en lugar de otras más complejas (p. ej. el rastreo de las sensaciones corporales), para facilitar que terapeutas con diversas orientaciones clínicas ayuden a sus pacientes a corporizar las emociones con mayor facilidad. Asimismo, utiliza un modelo sencillo de autorregulación basado en los flujos sanguíneos y del sistema nervioso para regular el cuerpo durante el trabajo emocional, de modo que las emociones emergentes no se destruyan por un exceso de regulación y que un exceso de emoción no provoque desbordamiento, descompensación y trastornos psicofisiológicos. La PSI también se centra en todas las formas en que las emociones pueden ser apoyadas, evocadas y sostenidas durante un período de tiempo. Para trabajar con las experiencias emocionales de forma más completa, la PSI, además de tratar las emociones primarias y secundarias, también trabaja con las emociones sensoriomotoras, que son más frecuentes y fáciles de rastrear y que son fenómenos más propios del cuerpo que del cerebro.
Debido a que la psicología energética ofrece mecanismos adicionales para mejorar la corporización de las emociones más allá del trabajo con el cuerpo físico, la PSI hace uso de los hallazgos de la psicología energética oriental sobre el papel del cuerpo energético en la generación, así como la defensa contra las emociones, con el objetivo de mejorar aún más la corporización de las emociones en el cuerpo físico. Los hallazgos clave sobre el papel del cuerpo energético en la experiencia emocional se presentan abajo en un anexo. Para más detalles y ejemplos de la PSI, refiero a los lectores al artículo de fácil lectura titulado ¿Qué es la Psicología Somática Integral? Una conversación con Raja Selvam.
Anexo
El papel de la energía en la emoción y su corporización
La psicología oriental también respalda los hallazgos de que una experiencia emocional es potencialmente una experiencia global que puede implicar a todo el organismo y que el apagado de partes de la fisiología cerebral y corporal puede dificultar el procesamiento de una emoción. En la psicología energética oriental, se teoriza que las experiencias físicas y psicológicas de una persona surgen de la interacción continua entre dos cuerpos denominados cuerpos individuales burdo y sutil. El primero es lo que llamamos cuerpo físico y suele ser el único cuerpo que la ciencia y la psicología predominante imaginan como la base de todas nuestras experiencias. Gracias a la física cuántica, sabemos que nuestro cuerpo físico existe a nivel cuántico en el nivel de partículas subatómicas como los fermiones y bosones, así como a nivel no cuántico en forma de agregados de materia como las neuronas, los músculos, las células óseas y los agregados que a su vez forman. En la terminología de la psicología oriental, el nivel cuántico de nuestro cuerpo físico es el nivel sutil del cuerpo burdo individual y el nivel no cuántico de nuestro cuerpo físico representa el nivel burdo del cuerpo burdo individual.
El cuerpo sutil individual de la psicología oriental es lo que los enfoques del trabajo energético suelen llamar cuerpo energético. De acuerdo con la comprensión einsteniana de que toda la materia es energía, la psicología oriental utiliza el término cuerpo sutil individual en lugar de cuerpo energético para referirse a un cuerpo adicional del individuo que solo existe a nivel cuántico, con el fin de no malinterpretar que la materia y la energía son dos cosas diferentes. Según la psicología oriental, el cuerpo sutil individual es la fuente de todos los impulsos que acaban convirtiéndose en nuestras experiencias físicas y psicológicas. Este cuerpo sutil de nivel cuántico interactúa con el nivel cuántico del cuerpo burdo para estimular experiencias fisiológicas y psicológicas en el cuerpo burdo individual o cuerpo físico.
Si una experiencia se vuelve difícil de tolerar, se forman defensas en el cuerpo sutil, que a su vez crean patrones de defensa en el cuerpo burdo para manejar la experiencia o defenderse de ella por completo. Asimismo, dado que el apagado de partes del cuerpo burdo para defenderse de las experiencias psicológicas compromete el funcionamiento general de la fisiología y aumenta el nivel de estrés y desregulación en todo el cuerpo, las defensas del cuerpo sutil que, como hemos dicho, conducen a su vez a las defensas del cuerpo burdo, dejan a este último con menos capaz fisiológica y psicológica.
Las defensas del cuerpo sutil adoptan la forma de desequilibrios energéticos en los que la energía se concentra en algunos lugares y se agota en otros (Sills, 1989). Los lugares en los que se concentra la energía, así como aquellos en los que falta, pueden ser defensivos en su función y las áreas correspondientes en la fisiología del cuerpo burdo suelen mostrar niveles más altos de disfunción, estrés y desregulación. Cuando la concentración de energía en un área no posee fines defensivos, como cuando la energía se utiliza para mantener o impedir que el área realice su función, la estimulación agudizada de la zona en el cuerpo físico, provocada por el alto nivel de energía en la misma, puede conducir a un funcionamiento excesivo de la zona, a mayor nivel de estrés, así como a la posible desregulación y potencial disfunción.
Por ejemplo, para gestionar un sentimiento de tristeza abrumadora, la energía del centro cardíaco puede concentrarse en las zonas del pecho y de la cabeza y reducirse en la zona inferior de las piernas en el cuerpo sutil individual. La concentración de energía en la zona de la cabeza y el pecho tenderá a estimularlas excesivamente, haciendo que la experiencia de congoja sea aún más intolerable ahí, incluso cuando gran parte de la concentración de energía en el pecho y la cabeza también podría estar sirviendo el propósito defensivo de inhibirlas para reducir la experiencia de tristeza. La concentración de energía hacia la cabeza también podría dar lugar a un patrón de estimulación excesiva del cerebro que puede manifestarse a través de un predominio de la cognición sobre la emoción en relación con la experiencia de tristeza, o incluso a través de una mayor concentración de la experiencia de tristeza en el cerebro que en el resto del cuerpo. Curiosamente, la investigación empírica (Marcher y Fich, 2010) sobre las funciones psicológicas de los músculos voluntarios en el Análisis Bodynamic, un sistema de psicoterapia corporal danés, ha identificado que los músculos de la zona inferior de las piernas tienen que ver con el equilibrio entre la cognición y la emoción en relación con una experiencia.
Según la psicología energética oriental, un equilibrio uniforme en la distribución de la energía en el cuerpo sutil es importante para una estimulación equilibrada de las experiencias cognitivas, emocionales y conductuales en el cuerpo burdo. También es necesario para garantizar que una parte del dicho cuerpo no se vea excesivamente estimulada, estresada o desregulada por la distribución desigual de la energía en el cuerpo sutil. Cuando la energía así concentrada estimula excesivamente un área del cuerpo burdo para generar una experiencia emocional desagradable, esa área estará sujeta a un mayor nivel de emoción y, por tanto, de estrés y desregulación, que está muy por encima del estrés y la desregulación que se producirían al crear la experiencia emocional si la energía estuviera más equilibrada en su estimulación del cuerpo burdo al generarla.
La PSI emplea mapas simples con diferentes tipos de energía del cuerpo sutil individual, que no es tan fácil de observar y medir, que se superponen al cuerpo físico, más observable y medible. Asimismo, emplea herramientas simples como el movimiento y el contacto con nuestro propio cuerpo para trabajar con las defensas contra las emociones y otras experiencias psicológicas en el cuerpo sutil. El objetivo de todo esto es equilibrar las energías en el cuerpo energético y físico para aumentar la corporización de las emociones en este último y regularlo cuando sea necesario. Puesto que la capacidad de tolerar opuestos en la experiencia (especialmente en lo que se refiere a las emociones desagradables) es importante para asegurar la salud del cuerpo energético y su relación con el cuerpo físico, a través de la PSI, las personas que trabajan en el campo de la psicología energética pueden mejorar el trabajo que realizan corporizando las emociones y el resto de las experiencias psicológicas que estimulan en sus pacientes a nivel energético.
Para saber más sobre este acercamiento, visite la página de formación profesional en PSI.
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