La sintonía encarnada es la capacidad de experimentar en nuestro cuerpo las emociones del cuerpo de los demás. El artículo explora cómo podemos desarrollar esta importante capacidad.
Sintonía, sintonía encarnada y regulación del afecto
Se ha demostrado que la capacidad del cuidador principal para regular los estados emocionales del niño tiene una importancia fundamental en la formación de un apego seguro en los niños (Wallen, 2007). La capacidad de regular los estados afectivos de un niño depende, a su vez, de la capacidad del cuidador para sintonizar con las experiencias emocionales conscientes e inconscientes del niño. La sintonía puede entenderse simplemente como llegar a conocer los estados emocionales internos de un niño. La sintonía puede adoptar distintas formas. En base a un estudio de las experiencias emocionales típicas de las personas que sufren una pérdida, incluso una comprensión teórica de lo que una persona puede estar atravesando tras una pérdida puede considerarse como un tipo de sintonía.
¿Qué tipo de sintonía se sabe que maximiza la capacidad de un cuidador para ofrecer regulación afectiva a un niño? Para Stern (1985), se trata de la sintonía afectiva, cuyo aspecto más importante es compartir los estados emocionales del niño. Dado que las emociones son principalmente experiencias corporales (Siegel, 1999; Damasio, 2003), la capacidad del cuidador de experimentar en su cuerpo la experiencia afectiva del niño es fundamental para la regulación del afecto. A esta capacidad del cuidador o terapeuta la llamaremos sintonía corporal.
Diferentes tipos de sintonía convencional
La sintonía corporal puede producirse de muchas maneras. La atención del cuidador a las comunicaciones verbales y no verbales del niño en forma de expresiones faciales y corporales, así como a la tonalidad o prosodia de las vocalizaciones y otras comunicaciones del niño; el reflejo de las expresiones corporales, faciales y vocales del niño; las neuronas espejo del cerebro, a través de las cuales uno puede simular en sí mismo los estados internos del niño a partir de la observación de las distintas expresiones del niño; el conocimiento innato de lo que les ocurre a los niños a partir de la propia experiencia como niño o el conocimiento adquirido de otro modo sobre las experiencias de los niños, etcétera. Todas estas dinámicas tienen como supuesto subyacente que las comunicaciones entre madre e hijo no implican ningún intercambio de información sobre los estados del otro a través de intercambios directos de energía que no sea a través de las dinámicas descritas anteriormente.
Sintonía a través de la resonancia interpersonal
Las pruebas científicas de numerosos estudios de múltiples disciplinas recopiladas por James Oschman (2015) forman parte de una creciente evidencia de nuestra capacidad para intercambiar información sobre nuestros estados internos directamente entre nosotros (cuerpo a cuerpo y cerebro a cerebro) a través de frecuencias medibles del espectro electromagnético. Bruce Lipton (2016) ofrece pruebas de la capacidad de los filamentos similares a antenas en la superficie de los genes dentro de las células de los organismos vivos para recibir información electromagnética del exterior y alterar la expresión génica a partir de dicha información. Hammerschlag et al (2015) revisaron las evidencias de biocampos (electromagnéticos, biofotónicos y otros campos distribuidos espacialmente) generados por organismos a través de los cuales es posible el intercambio de información y la regulación interactiva entre organismos.
Ilustración ©HeartMath Institute, www.heartmath.org
Larry Dossey (2014) ofrece explicaciones basadas en descubrimientos de la física cuántica para dicha sintonía entre el cuidador y el niño, incluso a grandes distancias. Podemos definir nuestra capacidad de sintonizarnos unos con otros (a través de procesos que acabamos de analizar y que quedan fuera de los medios convencionales de sintonía enumerados anteriormente) como nuestra capacidad de resonar interpersonalmente unos con otros.
Resonancia interpersonal y regulación interactiva del afecto
Nuestra capacidad de resonancia interpersonal no sólo podría ser una fuente importante de sintonía (es decir, de conocimiento de los estados internos del otro), sino también un medio importante de influir o regular los estados internos del otro. La teoría psicoanalítica kleiniana (2003) conceptualiza la regulación interactiva del niño por parte de la madre del siguiente modo: El niño ansioso “proyecta” su ansiedad (que aún no tiene la capacidad fisiológica de manejar) en su madre. La madre recibe la ansiedad del niño a través de la “identificación proyectiva”, la transforma a través de su fisiología más capaz y envía información de vuelta al niño para ayudarle a hacer frente a su ansiedad.
Este proceso se asemeja al de una madre pájaro que alimenta a su cría con comida que el su cría aún no puede digerir, masticándola primero en su propia boca. Las pruebas de la resonancia interpersonal citadas anteriormente proporcionan a la teoría kleiniana de la regulación interactiva a través de la proyección y la identificación proyectiva una base y una comprensión científicas. Así pues, la resonancia interpersonal puede ser una fuente de regulación interactiva del afecto. Quizá sea más importante de lo que se ha reconocido.
La resonancia interpersonal, al implicar potencialmente a la totalidad del cerebro y la fisiología corporal, puede ser un medio importante para la sintonía corporal, la capacidad de percibir el estado interno del otro en el propio cuerpo, que es fundamental para la capacidad del cuidador de regular afectivamente al niño. La matriz de tejido conjuntivo que atraviesa el cuerpo de la cabeza a los pies forma parte de la “matriz viva” de tejidos y fluidos del cuerpo humano. Se ha descubierto que tiene la capacidad de intercambiar información con el exterior a velocidades más rápidas que las del sistema nervioso (Oschman, 2015).
Sintonía corporal, regulación del afecto y capacidad para tolerar la experiencia emocional
Sabemos por enfoques de psicoterapia corporal (Marcher & Fich, 2010; Marlock, Weiss, Soth, & Young, 2015) que cuando tenemos bajos niveles de capacidad para tolerar experiencias emocionales difíciles, tendemos a formar defensas fisiológicas contra ellas. Tales defensas, además de estresar y desregular el cuerpo y formar síntomas psicofisiológicos (psicosomáticos), hacen que el cuerpo esté menos disponible y sea menos capaz de la sintonía encarnada al limitar el área del cuerpo que podría estar involucrada en la experiencia de la emoción, la resonancia interpersonal y la regulación interactiva en las relaciones con los demás. Las defensas fisiológicas contra las emociones también reducen la capacidad del cuerpo para tolerar experiencias emocionales difíciles porque aumentan el estrés y la desregulación en todo el cuerpo; esto es bastante importante porque uno de los determinantes de la tolerancia al afecto es el nivel de estrés y desregulación en el cuerpo (Selvam, 2018a).
El nivel resultante más bajo de capacidad para tolerar experiencias emocionales en el cuerpo de un cuidador comprometerá la capacidad del cuidador para regular interactivamente al niño. También aumentará la resistencia en el cuidador a sintonizar con experiencias difíciles en el cuerpo del niño a través de la resonancia interpersonal.
Mayor encarnación de las emociones, mayor capacidad para tolerar las emociones, mayor capacidad para la sintonía encarnada y mayor capacidad para la regulación del afecto en uno mismo y en los demás.
Dado que las experiencias emocionales pueden implicar potencialmente a la totalidad de la fisiología cerebral y corporal (Barrett, 2017), una mayor corporización de las emociones (usar más del cuerpo de forma regulada para expandir y regular la experiencia emocional en la mayor parte del cuerpo posible) ofrece un método para aumentar la capacidad en los cuidadores (y en los terapeutas que trabajan con problemas de apego en sus clientes) para tolerar y regular experiencias emocionales difíciles en sí mismos (Selvam, 2018b). Esto, a su vez, aumentaría su capacidad de sintonía corporizada y regulación interactiva del afecto cuando están con sus hijos o sus clientes. Además, estas capacidades ofrecen las posibilidades de mejorar los resultados cognitivos y conductuales en el trabajo de apego (Selvam, 2018c).
Programado en nosotros por la evolución, todos tenemos una capacidad innata para la resonancia interpersonal. Aunque la información recogida a través de la resonancia interpersonal puede estar contaminada por reacciones de transferencia y contratransferencia y estilos de apego inseguros, el conocimiento de cómo utilizar la resonancia interpersonal para la sintonía corporizada y la regulación interactiva de los demás puede aumentar la eficacia del terapeuta cuando trabaja con problemas de apego en sus clientes.
Integral Somatic Psychology™ (ISP™) ofrece a los terapeutas de todas las modalidades terapéuticas métodos para desarrollar y utilizar su resonancia interpersonal con el fin de aumentar su capacidad de sintonía corporal y regulación interactiva de los demás. ISP también ofrece métodos adicionales para aumentar la capacidad de regulación de los estados afectivos en uno mismo y en los demás a través de la corporización de una gama más amplia de emociones, incluyendo las emociones sensoriomotoras que dominan las experiencias tempranas de apego. La formación profesional y los talleres de ISP se imparten en más de una docena de países de Norteamérica, Europa, Asia y Australia.
Referencias
Barrett, L. F. (2017). How emotions are made: The secret life of the brain. Houghton Mifflin Harcourt: Boston, MA.
Damasio, A. (2003). Looking for Spinoza: Joy, sorrow, and the feeling brain. New York: Harcourt.
Dossey, L. (2014). One mind: How our individual mind is part of a greater consciousness and why it matters. Hay House Inc.: Carlsbad, CA.
Hammerschlag, R., Levin, M., McCraty, R., Bat, N., Ives, J. A., Lutgendorf, S.K., & Oschman, J. L. (2015). Biofield physiology: A framework for an emerging discipline. Global Adv Health Med. 2015; 4(suppl): 35-41. DOI: 10.7453/gahmj.2015.015.suppl
Lipton, B. H. (2016). The biology of belief: Unleashing the power of consciousness, matter, and miracles. Hay House Inc.: Carlsbad, CA.
Marcher, L. & Fich, S. (2010). Body encyclopedia: A guide to the psychological functions of the muscular system. North Atlantic Books: Berkeley. CA.
Marlock, G., Weiss, H., Young, C., Soth M. (Eds.) (2015). The handbook of body psychotherapy and somatic psychology. North Atlantic Books: Berkeley, CA.
Oschman, J. L. (2015). Energy medicine: The scientific basis. Elsevier: London, U.K.
Sandler, J. (Ed.) (2003). Projection, identification, and projective identification. Routledge: Abingdon, U.K & New York, USA.
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Siegel, D. J. (1999). The developing mind: How relationships and the brain interact to shape who we are. New York: The Guilford Press.
Stern, D. N. (1985). The interpersonal world of the infant: A view from psychoanalysis and developmental psychology. New York: Basic Books.
Wallen, D. J. (2007). Attachment in psychotherapy. New York and London: The Guilford Press.