Me costó mucho acceder a mis emociones y regularlas, y también sentir mi cuerpo, tanto cuando era estudiante de Empresariales, antes de interesarme por la formación oficial en Psicología, como durante mi posterior educación y formación a través de la cual me convertí en psicólogo clínico.
Esto me motivó a estudiar en profundidad los hallazgos de la investigación relativos a las emociones y su fisiología, especialmente en los paradigmas de la neurociencia afectiva y la psicoterapia corporal. Mi objetivo era encontrar pistas sobre cómo acceder y trabajar mejor con las emociones y el cuerpo, tanto en el caso de mis pacientes como conmigo mismo.
Las psicoterapias corporales, como la terapia reichiana, la bioenergética y el análisis bodynamic, trabajan con las defensas del cuerpo, principalmente en el sistema nervioso muscular, con el fin de acceder a las emociones y expresarlas.
Últimamente, el enfoque de la psicoterapia corporal se ha ampliado para incluir el papel del sistema nervioso autónomo. La Experiencia Somática®, por ejemplo, se centra sobre todo en el trabajo con las defensas y el desequilibrio del sistema nervioso autónomo para acceder a las emociones y regularlas.
Los enfoques basados en prácticas meditativas orientales, como la reducción del estrés basado en la práctica del mindfulness, tratan las emociones a través de la atención plena. Los planteamientos psicoanalíticos intersubjetivos y kleinianos, así como la psicología analítica de Jung, trabajan con las emociones principalmente a través de la cognición. Los cognitivo-conductuales regulan las emociones a través de la cognición y la conducta. Finalmente, la gran labor realizada por los enfoques corporales y energéticos regula las emociones regulando, valga la redundancia, el cuerpo o la energía respectivamente.
Todos ellos son métodos basados o bien en evidencias o contrastados por el tiempo y la experiencia y son eficaces para ayudar a los pacientes a lidiar con diversos problemas clínicos. Sin embargo, los considero, de algún modo, deficientes, lentos o incompletos a la hora de trabajar con las emociones, al menos para algunos de mis pacientes… ¡especialmente para mí!
Poniendo patas arriba hallazgos del pasado
Fueron varias las sorpresas que resultaron de mi estudio en profundidad de la fisiología de las emociones en la neurociencia afectiva, especialmente en un área llamada cognición corporizada. Una de estas sorpresas fue percatarme de que, en los últimos veinte años, nuestro conocimiento de la fisiología de la emoción y de la fisiología de la cognición ha experimentado cambios de paradigma y ha puesto patas arriba los hallazgos anteriores.
También me resultó sorprendente comprobar que lo poco que conocemos sobre la fisiología de la emoción y de la cognición se ha integrado en la práctica de la psicología, incluso en los sistemas de psicoterapia corporal.
Asimismo, me di cuenta de que la mayor parte de la investigación sobre la emoción se centra en un número limitado de emociones primarias, como la ira y la tristeza, y deja de lado muchas otras que están siempre presentes, a las que empecé a denominar emociones sensoriomotrices, es decir, emociones como el simple hecho de sentirse bien o mal por la situación en la que uno se encuentra.
Mi práctica sobre la corporización de las emociones es una de las estrategias clínicas centrales de la Psicología Somática Integral™ (PSI™). Esta práctica se enseña a lo largo de la Formación Profesional en PSI. En nuestro Calendario de Formación puedes encontrar una formación cerca de ti. PSI es un método científico fácil de aprender que mejora los tiempos de tratamiento y los resultados diversos en todo tipo de terapias, pues permite profundizar en la efectividad del enfoque empleado.
Pruebas
Por último, los descubrimientos más recientes de la neurociencia afectiva en los nuevos paradigmas de investigación de la cognición corporizada y embebida, y de la emoción corporizada y enactiva, proporcionan pruebas teóricas y empíricas sustanciales de la eficacia del trabajo de la corporización emocional para mejorar los resultados cognitivos, afectivos y conductuales en todas las modalidades terapéuticas, algo que llevaba tiempo constatando empíricamente.
Ningún trabajo se sostiene por sí solo. Siempre se apoya sobre una pirámide que se extiende sobre los cimientos del pasado. Gracias al neurocientífico Antonio Damasio (véanse las recientes contribuciones de Bud Craig en una línea similar) y a la neurocientífica y psiconeuroinmunóloga Candace Pert aprendí que tanto el cuerpo como el cerebro están implicados en la emoción.
Mentes brillantes
El trabajo de una serie de mentes brillantes me enseñó que la emoción, la cognición y la conducta son funciones no solo del cerebro, sino también del cuerpo y del entorno; que la cognición, la emoción y la conducta son fundamentalmente inseparables en la fisiología del cerebro y del cuerpo; que corporizar la emoción puede mejorar la cognición y la conducta, y que la emoción es dinámica y predictiva.
Esas mentes brillantes pertenecen a Eugene Gendlin, de la Universidad de Chicago; Marc Johnson, de la Universidad de Oregón; Lisa Feldman Barrett, de la Universidad Northeastern; Sian Beilock, del Barnard College; Giovanna Colombetti, de la Universidad de Exeter en el Reino Unido; Evan Thompson, de la Universidad de British Columbia en Vancouver; Paula Niedenthal, de la Universidad de Wisconsin en Madison y Rebekka Hufendiek, de la Universidad de Basilea en Suiza.
Defensas psicológicas contra las emociones
Cualquier trabajo eficaz con las emociones requiere una comprensión de las defensas psicológicas contra aquellas emociones que nos resultan intolerables o inaceptables, así como un apoyo externo adecuado para las experiencias emocionales. Tuve la suerte de aprender a trabajar con las defensas psicológicas contra las emociones y a respaldarlas no solo en una, sino en varias modalidades psicológicas: la psicología humanista de Carl Rogers, la terapia gestáltica de Fritz Perls, la psicología del yo de Heinz Kohut, la de las relaciones objetales de Melanie Klein y el psicoanálisis intersubjetivo de Robert Stolorow.
Para trabajar con las emociones, que son la más difícil de nuestras experiencias, es lógico que haya que trabajar con todos los niveles de la psique (el físico, el energético y el colectivo) que se relacionan con ellas.
La psicología junguiana, el vedanta advaita, el yoga, la terapia de polaridad de Randolph Stone y la terapia craneosacral biodinámica me proporcionaron el conocimiento y las herramientas necesarias para empezar a trabajar con todos los niveles de la psique en relación con las emociones.
Crear tolerancia afectiva
En el psicoanálisis intersubjetivo para la salud psicológica, en la psicología de Jung para la individuación y en el vedanta advaita para la iluminación se hace hincapié en el desarrollo de una mayor capacidad para tolerar los opuestos en nuestra experiencia, es decir, en la construcción de la tolerancia afectiva. Comprobar la importancia que estos diversos sistemas otorgan a la tolerancia afectiva fue una inspiración temprana en el desarrollo del trabajo con la corporización emocional como estrategia clínica central en el marco más amplio de la PSI, mi enfoque integral de la psique.
Cuando hace veinte años me propuse elaborar el enfoque de la corporización de la emoción como herramienta terapéutica –centrado en desarrollar una mayor capacidad para tolerar las experiencias emocionales–, no contaba con la ventaja de todas las pruebas científicas disponibles en la actualidad que demuestran por qué tiene sentido.
Una revolución en nuestro conocimiento
Durante este periodo, se ha producido una auténtica revolución en nuestra comprensión del papel que el cuerpo desempeña tanto en la emoción como en la cognición. Cuando empecé, me inspiré para desarrollar este trabajo en dos ideas simples: una, que desarrollar una capacidad para tolerar la emoción es algo positivo (esto se basaba en mi estudio del psicoanálisis intersubjetivo, la psicología junguiana y el vedanta advaita); y dos, que toda la fisiología del cerebro y del cuerpo podría quizá utilizarse para hacer más tolerable la experiencia de la emoción.
Desarrollé la segunda idea tras aprender, sobre la base de mi estudio inicial acerca de la fisiología de las emociones (especialmente del neurólogo Antonio Damasio y de la científica molecular Candace Pert), que la mayor parte, si no la totalidad, de la fisiología cerebral y corporal puede estar involucrada en la producción de experiencias emocionales. También aprendí, gracias a varios enfoques de psicoterapia corporal que, tanto en el cerebro como en el cuerpo, pueden formarse diversas defensas fisiológicas contra experiencias intolerables con el fin de reducir el sufrimiento.
Las emociones en diferentes partes del cuerpo
Al observar las experiencias emocionales tanto en mis pacientes como en mí mismo, comprendí que la experiencia de una emoción como el miedo puede reflejarse, dependiendo de cada persona, en distintas partes del cuerpo, y que, para un mismo individuo, la misma experiencia emocional puede percibirse en distintas partes del cuerpo en función de la situación: a veces en el pecho, otras en las piernas, el vientre, la cabeza o el cerebro.
Por ejemplo, en una ocasión le pregunté a una paciente dónde experimentaba el miedo, y primero me contestó que solo en la cabeza. Cuando le pedí que se tocara la nuca, donde los músculos suelen formar una defensa contra una experiencia que se extiende de la cabeza al cuerpo (y viceversa), se sorprendió al experimentar poco después el miedo en todo el cuerpo.
Estas observaciones, junto con mi comprobación de que mis pacientes y yo a menudo luchábamos por resolver emociones difíciles que aparecían en muy pocos lugares de nuestra fisiología cerebral y corporal, me llevaron a preguntarme si procesar la energía de una emoción difícil en más lugares de la fisiología cerebral y corporal –procesarla en un contenedor más grande, por así decirlo– podría hacer más llevadero permanecer con las emociones, procesarlas y completarlas.
Qué fue fundamental para mi crecimiento personal y profesional
Más tarde, lo explicaba así a mis clientes para motivarles a corporizar experiencias emocionales difíciles: al igual que es más sencillo llevar una bolsa con dos manos que con una, es más fácil tolerar una emoción cuando la sostienen más partes del cuerpo.
De este modo, el trabajo de corporización emocional ha sido fundamental para mi crecimiento personal y profesional. Me complace enormemente esta confluencia, que sigue evolucionando a partir de nuevas experiencias clínicas y corrientes de conocimiento emergentes.
Sin duda, la corporización emocional ha resultado beneficiosa para mí mismo, para mis clientes, para mis alumnos, y a su vez para sus pacientes.
Protocolo de siete pasos para corporizar la emoción
El protocolo de siete pasos para corporizar la emoción es una de las estrategias clínicas centrales de la Psicología Somática Integral™ (PSI™). Es particularmente efectivo para trabajar con pacientes con baja capacidad para tolerar emociones, con traumas complejos, síntomas psicofisiológicos y síndromes.
Encontrarás información sobre la formación online o presencial en nuestro Calendario de Formación.
Esta entrada de blog es un extracto del libro Corporizar las Emociones.
Bibliografía
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